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La suerte del campeón

La suerte del campeón

Todo equipo que conquiste un título necesita, en algún momento del torneo, contar con una cuota de suerte. Se trata de una verdad tan aceptada universalmente que este fenómeno tiene nombre propio: la suerte del campeón.

Es que contar con algo de fortuna no quita mérito a la gesta. Al fin y al cabo, es obvio que sólo con suerte no se puede ganar un campeonato.

Muchos dicen que coronarse por la vía de la definición por penales tiene menos mérito que hacerlo a través de una victoria contundente. Adhiero a esta línea de pensamiento. Disfruto mucho más un triunfo aplastante que la angustia de los 12 pasos, aunque el resultado final sea el mismo. Pero, en honor a la verdad, el equipo que se consagra por penales tiene un enorme mérito que no se puede soslayar: es cierto que durante el tiempo de juego no ganó… pero tampoco perdió. Y cuando se enfrentan dos rivales de fuste, no perder se transforma en algo muy loable.

Entonces, si ganar por penales es tener suerte, bienvenida sea la suerte del campeón.

La ecuación infalible

La vida no es una ciencia exacta, pero existen algunos modelos matemáticos que nos ayudan a entenderla. Y en el marco de lo que venimos conversando, existe una ecuación que rara vez falla:

Suerte = oportunidad + preparación

La persona envidiosa, la que no se hace cargo de sus acciones y omisiones, suele atribuir el éxito ajeno a la suerte. Tal vez esta postura tenga algún mérito, si aceptamos que hay elementos que siempre estarán fuera de nuestro control. A veces, los vientos se presentan más favorables que otras y no hay mucho que podamos hacer para cambiarlo.

Pero si existe una certeza es que cuando se presenta una gran oportunidad, solo puede aprovecharla aquel que está preparado para hacerlo.

Sólo puede comenzar a trabajar con clientes de calibre mundial aquel que, además de un gran profesionalismo, se preparó para hablar en inglés, el idioma mayormente usando en los negocios internacionales.

Solo puede ganar, con suerte, una Final el equipo que hizo lo necesario para llegar a jugarla. Los demás podrán criticar desde afuera, pero algo habrán (o no habrán) hecho para quedarse en el camino.

Es cierto que, a veces, la oportunidad golpea nuestra puerta cuando menos lo esperamos. Y tantas otras, por más que abramos nuestra puerta de par en par, los dioses de la fortuna parecen ignorarnos. Este es el elemento azaroso, inexplicable e impredecible que rodea a nuestra existencia.

Pero necesitamos estar preparados para cuando la buena fortuna nos sonría, incluso en los momentos de mayor oscuridad.

Donde está tu foco, está la oportunidad

Oscar Wilde, el dramaturgo británico de origen irlandés acuñó una frase cuya popularidad perdura hasta nuestros días:

Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad

Frase de cabecera de quienes practican hacer manifestaciones a diario para concretar sus deseos, me gustaría invitarte a observarla desde otra óptica.

Si nos trazamos un objetivo y actuamos en consecuencia, preparándonos y aprendiendo lo necesario para hacerlo realidad, la oportunidad se hará presente en algún momento. Esto no responde a algún conjuro mágico ni nada por el estilo, sino a algo mucho más mundano y terrenal: cuando ponés tu atención en algo, y te enfocás con la suficiente dedicación, vas a empezar a percibir cosas invisibles para el ojo inexperto. Por ejemplo, si sos un fanático de la indumentaria, vas a empezar a encontrar tendencias o a elucubrar nuevas ideas relacionadas con este tema, muchas de las cuales, tendrán el potencial de ser un éxito. O si sos un fanático del fútbol y del desarrollo personal, vas a poder encontrar un vínculo entre estos dos mundos que se traduzca en máximas para la vida. Parece bastante obvio, ¿no?

El problema es que las personas cometemos dos errores al transitar este camino:

El primero es tirar la toalla demasiado rápido. Nos embarcamos en un viaje que nos apasiona pero, si no vemos resultados de forma inmediata, cambiamos de intereses como de ropa interior, creyendo que algo bueno se puede obtener con poco esfuerzo. Basta con estudiar a cualquier equipo campeón: los cimientos de su conquista casi siempre comenzaron a construirse años antes de la gesta.

El segundo es dejar pasar la oportunidad por esperar las condiciones ideales. Muchas veces, la suerte nos presenta una oportunidad de alcanzar lo que tanto anhelamos. Pero nos sentimos inseguros, creemos que todavía nos falta prepararnos más, y le damos la espalda. Grave error. Es mucho mejor seguir el consejo de Richand Branson, el fundador de Virgin:

Si alguien te ofrece una oportunidad increíble pero no estás seguro de poder hacerlo, di que sí y después aprende cómo hacerlo

Porque a la suerte también hay que ayudarla. Y, por qué no, tener también un poquito de fe.

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