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A un solo partido, puede pasar cualquier cosa

A un partido, puede pasar cualquier cosa

¿Cuál es la probabilidad de que el peor equipo en la Premier League inglesa venza al primero? ¿Y la probabilidad de que el tenista número veinte del ránking de la ATP le gane al mejor del mundo?

Existen muchos modelos estadísticos para calcular estas probabilidades que son, precisamente, los que utilizan las casas de apuestas para determinar cuánto pagarán por un determinado resultado.

Como todos sabemos, la estadística es una ciencia que analiza probabilidades y, como tal, no puede predecir con certeza la ocurrencia de un evento. Simplemente, nos explica qué tan factible es que el mismo suceda.

¿Viste alguna vez un partido entre el mejor y el peor equipo de la NBA, la liga del básquet de los Estados Unidos? Estadísticamente, la probabilidad de que el peor le gane al mejor no es nula, pero es muy baja. En el básquet, casi siempre gana el mejor equipo. Pero el fútbol es diferente. Los batacazos están a la orden del día y en ningún otro deporte toma tanta relevancia el siguiente enunciado:

A un solo partido, puede pasar cualquier cosa.

¿Por qué? Porque este juego está sometido a innumerables leyes invisibles que lo hacen, en el corto plazo, totalmente impredecible: la ley del gol, dos cabezazos en el área son gol, los goles que no hacés en un arco te los meten en el propio, la ley del ex, y muchas más.

Pero eso sí… si bien en un único partido puede darse cualquier resultado, a la larga, siempre gana el mejor. Por eso, mientras que un torneo corto, como el Mundial, no siempre es conquistado por el mejor de los participantes, una liga local, que generalmente tiene unas 38 fechas, es siempre dominada por el equipo que hace las cosas bien de manera estable y consistente, es decir, por el mejor.

Evento no es sinónimo de tendencia

Cuando se da un resultado improbable en el fútbol, se dice que ese resultado termina realmente convalidado si se gana el siguiente partido. Claro: al vencer a un rival con el que, supuestamente, debías perder, ese hecho aislado termina siendo un triunfo real si, al siguiente partido, no perdés contra un rival más parejo. Si no, sería lo mismo que haber tirado a la basura aquel triunfo improbable.

Esto nos enseña que lo que realmente importa no es la ocurrencia de un evento exitoso en particular, sino ser capaces repetir ese evento, de transformarlo en una tendencia. Si encadenamos dos triunfos consecutivos, estaremos construyendo una buena racha. Mientras que, de lo contrario, estaremos hablando de un hecho aislado.

Sé un creador de tendencias

Al igual que en el fútbol, en nuestra vida personal y profesional necesitamos crear tendencias y no enamorarnos de los eventos aislados que endulzan nuestra existencia.

Por ejemplo, todos podemos tener la suerte de estar parados en el lugar correcto y en el momento correcto y, gracias a eso, hacernos con un negocio inesperado. Pero… ¿fue el resultado de tus acciones previas? ¿Qué tan probable es que puedas ganar otros negocios similares? ¿Y que este cliente te vuelva a contratar el año que viene?

Lo mismo puede ocurrir en tu vida académica: quizás, en el examen justo te preguntaron las pocas cosas que recordabas por haber asistido a clases y, a pesar de no haber estudiado, lo aprobaste. Pero… ¿es esperable que eso vuelva a suceder? ¿Te parece una buena estrategia para transitar tus años de estudios?

Por eso, necesitamos aprender a crear tendencias: desarrollar esas conductas que nos puedan garantizar los resultados en el largo plazo, pero no como consecuencia de que los planetas se hayan alineado.

De a un paso a la vez

Crear tendencias tiene mucho más que ver desarrollar conductas poco riesgosas de manera consistente que con apostar por la disrupción. Esto puede sonar un tanto aburrido en un mundo tan exitista como el actual, pero tiene la magia de ponerlo al alcance de todos.

Internet nos muestra demasiadas historias (muchas de ellas, falsas) acerca giros copernicanos en la vida de personas y negocios. Y, soñando con tener nuestra justa cuota de éxito, a veces, terminamos aspirando a lo mismo. Pero, seamos sinceros: no es muy distinto que jugar en la B y pretender ganarle al mejor equipo del país. A un solo partido, puede pasar, pero no sería muy astuto apostar todas nuestras fichas a eso. Mucho menos, a largo plazo.

Mucho mejor es implementar una filosofía más predecible y estable, mediante la cual cada día vayamos dando pequeños pasos en la dirección de nuestros objetivos: dedicar todos los días un momento a aprender algo, hacer todos los días alguna llamada a clientes actuales o potenciales, hacer un poco de ejercicio cada mañana antes de comenzar nuestras actividades laborales, etc. Esta es la mejor manera de cimentar tu crecimiento a largo plazo. Porque lo que hagas hoy, se estará construyendo sobre lo que ya hiciste ayer. Y lo que hagas mañana, sobre lo que construiste hoy. Y así sucesivamente.

Todos esos avances, que en el día a día pueden parecer insignificantes, con el tiempo, desencadenan un crecimiento exponencial, como cuando reinvertís consistentemente un monto de dinero sin gastar los intereses. A la larga, el crecimiento de tu inversión será meteórico.

Esta filosofía, que los japoneses llaman Kaizen, no se destaca por su disrupción, sino por su consistencia. Tal vez no sea la más emocionante, te concedo eso, pero vale la pena probarla. Porque a un partido, puede pasar cualquier cosa. Pero el campeonato, solo lo gana el mejor a lo largo de toda la temporada.

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