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Lo único que necesitás para ganar confianza en vos mismo

Baja confianza

Querés alcanzar algún objetivo en tu vida personal o en tu carrera: empezar a poner límites, poner en marcha ese proyecto que hace rato venís postergando, ocupar el lugar que merecés en la organización para la que trabajás.

Sentís que tenés todo lo necesario para lograrlo: los conocimientos, las herramientas, la experiencia. Pero algo te frena. Algo te impide dar ese paso definitivo hacia tu objetivo. Generalmente, el primer lugar donde buscás la explicación es afuera… y te decís: “Me falta suerte” o “Solo se me tiene que presentar la oportunidad”. Pero, en el fondo, sabés que a la suerte también se la ayuda y que a las oportunidades, muchas veces, hay que buscarlas.

Lo que te está faltando, en realidad, es algo que a muchos nos cuesta reconocer: confianza en vos mismo.

El eslabón perdido

La confianza es una fuerza fundamental para cualquier cosa que te propongas en la vida. Te provee seguridad, te inyecta de un optimismo mesurado y razonable y te impulsa a moverte hacia adelante. Todos sabemos lo bien que se siente confiar en alguien.

Ahora bien, la confianza es una emoción. Y, como tal, podemos analizarla desde los juicios que hacemos al sentirla. Sí, esto funciona en milésimas de segundo dentro de nuestros cerebros, pero toda emoción puede explicarse a partir de los juicios que la gatillan.

En el caso de la confianza, existen dos juicios fundamentales que operan al mismo tiempo. Y, si alguno de ellos me dispara la “señal de alarma” de la desconfianza, me será imposible creer en otra persona. Estos juicios son:

  • Juicio de sinceridad: esta es mi creencia de que la otra persona, al decir que va a hacer algo, efectivamente, quiere hacerlo. Es decir, que no me va a defraudar o, si lo hace, no será intencional. Imaginá una situación en la que sospeches de las intenciones de tu contraparte: ¿confiarías en esa persona? Lo dudo.
  • Juicio de competencia: se trata de un juicio diferente al anterior, pero no menos importante. Este consiste en creer que la otra persona no solo quiere hacer lo que dice que va a hacer, sino que sabe hacerlo. Por ejemplo, si mi socio me dice que se va a encargar de manejar la administración de nuestro negocio, pero sé fehacientemente que es muy desorganizado con los números, no confiaré en él para que realice esa tarea. Aun si sus buenas intenciones no están en duda.

Necesitamos, por lo tanto, juzgar positivamente tanto la sinceridad como la competencia de otra persona para confiar en ella. Estos dos juicios son el eslabón perdido de toda relación en la que falta confianza. Tiene sentido, ¿no?

Cumplite a vos mismo

Cuando nos planteamos un objetivo, generalmente las personas buscamos aprender eso que nos falta para poder cumplirlo: aprendemos un programa informático, estrategias de marketing, yoga, estudiamos sobre alimentación saludable. En otras palabras, actuamos sobre nuestra competencia en el ámbito que queremos mejorar, para poder tener más confianza en que seremos capaces de lograrlo.

Pero, muchas veces, desatendemos el otro aspecto mandatorio para poder confiar en nosotros mismos: creer en nuestra propia sinceridad.

¿Pero cómo me decís eso, Ignacio? ¿Creés que yo me quiero engañar a mí mismo? Tal vez no quieras, pero muchas veces las personas nos hacemos esta clase de trampas, incluso sin darnos cuenta.

Si una persona no cumple con lo que se compromete a hacer por nosotros, seguramente dejemos de confiar en ella, ¿no? Ponemos en duda su sinceridad. “Sí, sí, me dice que va a llegar a tiempo, pero ya no le creo; siempre llega tarde” decimos de quien se hizo una reputación de impuntual.

¿Y cuántas cosas nos decimos a nosotros mismos que vamos a hacer y, al final, dejamos a mitad de camino? El lunes empiezo la dieta, voy a hacer más ejercicio, voy a mantener mi casa ordenada, voy a tomar más agua. ¿Te resulta familiar?

Bueno, estos pequeños autoengaños son los que, a la larga, terminan dinamitando nuestra confianza en nosotros mismos. Porque, a lo mejor, nos sintamos competentes para hacer eso que tanto deseamos pero, en el fondo, sabemos que no somos tan buenos cumpliéndonos y manteniéndonos firmes en los pasos que debemos dar.

Entonces, si querés darle un verdadero impulso a la confianza en vos mismo, el más fácil, rápido y poderoso paso que podés dar es empezar a cumplirte a vos mismo. No hace falta que te pongas un objetivo mega ambicioso, sino que comiences a cumplirte en las pequeñas cosas. Esas pequeñas cosas que, a la larga, hacen toda la diferencia.

Creeme, te va a ahorrar unos cuantos años de terapia.

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