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No quedes en orsai

No quedes en orsai

Quedar en orsai

Estar desubicado o fuera de lugar.

Orsai: lunfardo de “offside”, conocido en español como “fuera de juego”, que significa encontrarse en una posición reglamentariamente nula para el ataque.

El fútbol y el rugby son dos deportes con raíces comunes, entre ellas, el lugar donde fueron creados: Inglaterra. Por esta razón es que comparten algunas de sus reglas, como el penal o el fuera de juego, aunque los hechos que den origen a estos eventos difieran de una disciplina a otra.

Originalmente, en el fútbol los pases solo podían realizarse hacia atrás, igual que en el rugby y, de no hacerlo así, se producía una situación conocida como fuera de juego u offside, donde los jugadores quedaban en una posición antirreglamentaria y debían entregarle la pelota a su rival.

Con los años, esta regla se modificó y hoy, aunque mucho más laxa y con un espíritu diferente, representa el dolor de cabeza de quienes solo miran fútbol durante la Copa del Mundo, dando lugar a un intercambio que se repite cíclicamente cada cuatro años:

Futbolero mundialista: ¡¡¡GOOOOOOL!!!! ¡Vamos, gol! ¿Qué? ¿Lo anuló? ¿Por qué lo anuló? Ese árbitro está en nuestra contra, nos quiere dejar fuera del Mundial.

Futbolero 24×7: No, es que nuestro jugador estaba en orsai.

Futbolero mundialista:

Futbolero 24×7: Mirá, ahí se ve claramente en el repetición.

Futbolero mundialista: Si vos lo decís.

Usar las restricciones a tu favor

La ley del offside dio lugar a que verdaderos estrategas del fútbol como Osvaldo Zubeldía, mítico director técnico del Estudiantes de La Plata multicampeón de América y campeón mundial de clubes en la década de 1960, desarrollaran estrategias para que sus rivales queden posicionados deliberadamente en offside. En vez de que esta falta se produzca de forma accidental,  como consecuencia de los movimientos propios del juego, se empezaron a entrenar y aplicar tácticas para propiciarla.

Esto nos deja un primer aprendizaje, que es que siempre podemos usar las limitaciones y restricciones del juego a nuestro favor, ya sea en el fútbol o en la vida. Como por ejemplo, cuando te falta tiempo y eso te fuerza a estructurar tu agenda con precisión suiza y a aprovechar mejor cada minuto disponible.

Adaptate o despedite

Aquellos equipos que querían seguir compitiendo y continuar ganando tuvieron que adaptarse para contrarrestar esta estrategia de generación intencional de fuera de juego. Para eso, aprendieron a ajustar sus movimientos, a realizar otros tipos de pases que sorprendieran a sus rivales, etc. Es que había para ellos sólo dos opciones: o se adaptaban o se despedían de sus aspiraciones al título.

Esto mismo nos sucede a nosotros cuando enfrentamos situaciones que modifican las reglas del juego en que nos encontremos.  Podemos adaptarnos para seguir adelante o podemos «quedar en orsai», y despedirnos de cualquier ilusión de triunfo.

Adaptarnos no es algo que necesitemos hacer sólo porque nos lo pide nuestro jefe, la empresa para la que trabajamos, mi pareja o mis clientes. Adaptarnos es la única forma que tenemos de mantenernos relevantes dentro del juego que queremos jugar.

Ciertamente, también vale la pena preguntarnos si el juego en que estamos es al que queremos seguir perteneciendo. Muchas veces nos damos cuenta de que nos aburrimos de jugar siempre a lo mismo o que nuestros intereses o aspiraciones cambiaron: puedo no querer continuar con mi pareja, cambiar de actividad laboral o de industria. Todo eso es perfectamente válido. Pero en la medida que no quiera cambiar de juego, lo que necesito es cambiar yo para adaptarme a los distintos desafíos que me presente.

Más vieja que Matusalén

Para quienes no lo sepan, Matusalén fue un hombre que, según la Biblia, vivió 969 años. De ahí la expresión. Sólo una nota de color. Volvamos a lo nuestro.

Cuando de adaptarse hablamos, existe una estrategia que es incluso más vieja que Matusalén. Se trata de una estrategia que aplicaban los antiguos filósofos estoicos, hace más de 2000 años, y que consistía en tres pasos:

Ajustar la percepción: esto es reencuadrar las situaciones que enfrentamos para sacar lo positivo de ellas. Hace poco tiempo, un coachee con quien trabajo desde hace años y que lidera un emprendimiento ecológico recibió una inversión millonaria para su empresa. Pero a cambio, el inversor le solicitó la presencia permanente de un auditor que seguiría de cerca la utilización de los fondos y que también ayudaría a mejorar los procesos de la empresa. Para casi cualquiera, la presencia de un auditor permanente representaría una molestia, una piedra en el zapato, por decirlo suavemente. Pero mi coachee lo vio de otra manera: para él fue la oportunidad de sumar a su equipo, sin costo alguno, a un profesional más competente que él mismo, que lo ayudaría a mejorar su empresa. Eso es ajustar la percepción y transformar un desafío en una oportunidad. ¿De qué otra forma podrías apreciar el desafío que que estás transitando?

Motorizar la acción: saber y no actuar es lo mismo que no saber. Cualquier cambio que desees hacer en tu vida va a requerir que te pongas en movimiento. De nada sirve planear si después no ejecutamos lo planeado. Cuando proyectamos un cambio, sentimos que estamos progresando, que nos estamos moviendo en la dirección de nuestros objetivos. Pero la planificación es sólo el comienzo. Cuando querés que las cosas pasen, se necesitan menos palabras y más acción. Si no sabés cómo hacerlo, ya está disponible en versión online mi curso Estrategias de Productividad, con el que he ayudado a miles de personas a abandonar la procrastinación y ponerse en acción.

Desarrollar una voluntad inquebrantable: conozco una fórmula infalible de desarrollar una resiliencia a prueba de balas: saber que estamos sujetos a las mismas vicisitudes que cualquier otro ser humano. Cuando sos consciente de que no estás por encima de nadie y que todo lo que le ocurrió a otro te puede ocurrir también a vos, no rendirse se vuelve fácil. Porque comprendés que los escollos son parte natural del camino. Y que, en muchos casos, los que nos toca enfrentar a nosotros no son nada en comparación con los que enfrentan otras personas. Esto te hace humilde, te humaniza y te evita esperar que todo salga bien al primer intento.

Las reglas del juego están en permanente cambio. Y nuestros rivales están siempre ajustando sus estrategias para seguir en el juego. Si pretendemos lo mismo, adaptarnos es la única solución. Porque si no, en el mejor de los casos, quedaremos en orsai. Y en el peor, miraremos lo que resta del campeonato por televisión. En el fútbol y en la vida.

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