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2 a 0, el peor resultado

2 a 0, el peor resultado

Dicen los que saben que, en el fútbol,  un 2 a 0 a favor es el peor resultado.  ¿Pero cómo? Si se supone que cuando uno aventaja a su rival por dos goles debería tener la tranquilidad de que el partido está prácticamente ganado. Al fin y al cabo, tu rival, ese que ya claudicó dos veces en lo que va del encuentro, deberá sobreponerse no ya una, sino dos veces, para apenas empatar el partido.

Sin embargo, abundan casos de equipos que van ganando por dos goles y, en un abrir y cerrar de ojos, terminan empatando o hasta perdiendo su partido. Quizás uno de los casos más emblemáticos de los últimos tiempos haya sido la Final de Catar 2022, donde Argentina dominó por completo a Francia durante 80 minutos, llevándole dos goles de distancia y, sin embargo, para el minuto 81 las cosas ya estaban empatadas.

¿Cómo se explica esto? ¿Se trata de alguna especie de maleficio vinculado a este resultado? Dejame que te cuente.

Nada falla como el éxito

Robin Sharma, el reconocido gurú del liderazgo, repite con frecuencia una frase que podemos vincular con un resultado de 2 a 0 a favor. Dice así:

Nada falla como el éxito.

De alguna manera, lo que quiere decir con esto es que el éxito nos hace relajarnos, descuidar aquello que nos hizo alcanzarlo en el primer lugar. Nos hace dormirnos en los laureles.

Y eso es, precisamente, lo que muchas veces les sucede a los equipos que ganan por dos goles. Inconscientemente comienza a circular por la mente de los jugadores la idea de que el rival no podrá recortar esa diferencia y, mucho menos, hacerla desaparecer.

El problema es que si el equipo contrario consigue anotar (así sea de casualidad o como consecuencia de un penal evitable, como en la Final de Catar 2022), aparecen las hipótesis fatalistas y las inseguridades que las acompañan: “Ya nos metieron un gol… ¿y si nos meten otro?”, “¡No podemos desperdiciar una ventaja de dos goles! ¿Cómo vamos a quedar?”. Y, en muchos casos, todo este run-run mental termina saboteando lo conseguido.

No te enamores de tu éxito

Espero que, al momento de leer esto, estés en una etapa de tu vida en la que puedas observarte y sentirte una persona exitosa. Al fin y al cabo, todos pasamos por picos y valles en la ponderación de nuestros propios logros y siempre aliento a mis clientes de coaching a que puedan apreciar y valorar las cosas que están haciendo bien.

Sin embargo, reconocer nuestros logros y sentir orgullo por ellos no es lo mismo que enamorarnos de nuestro desempeño. Porque, sin importar si tenemos éxito en el plano financiero, amoroso, social, laboral, académico, deportivo o cualquier otro, para sostenerlo en el tiempo necesitamos mantenernos siempre abiertos a aprender cosas nuevas y ajustar nuestro rumbo.

En primer lugar, porque las circunstancias cambian. Lo que me trajo hasta acá no necesariamente me llevará hacia mi nuevo destino. Un cambio legal, político, financiero, un problema de salud, un traspié inesperado… nunca faltan estas sorpresas. Y si te enamorás de la única receta que te funcionó, difícilmente puedas adaptarte.

Y, en segundo, porque como alguna vez dijo Marcelo Bielsa, el legendario director técnico argentino:

El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peores, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario: es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes.

Entonces, para que el 2 a 0 no se transforme en el peor resultado, lo que necesitamos es evitar volvernos complacientes cuando vamos ganando. Mantenernos siempre atentos a qué cosas nos están dando resultado y cuáles no, abrazando la humildad de cambiar cuando las circunstancias lo requieran. Incluso, revisando con un sentido crítico aquellas cosas que parecen funcionar.

De esta forma, si nos toca enfrentar algún traspié y la vida nos mete algún gol, tendremos la certeza de poder acomodar nuestra estrategia para defender con solidez la ventaja que aún tenemos o, mejor aún, para ser nosotros quienes metamos otro gol y echemos por tierra cualquier tipo de vacilación.

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